Acabo de leer “No oyes ladrar los perros” por Juan Rulfo. También leé este cuento en el colegio y cada vez me gusta mucho. La manera en que Rulfo revela información y aspectos de la historia, el trama, es muy interesante. Al comienzo del cuento, hay mucha ambigüedad perteneciendo a la relación entre los dos hombres, porque uno está llevando al otro, donde están y donde están yendo, y que luces y sonidos esperan. A lo largo del cuento, las respuestas a estas preguntas son reveladas uno por uno por el diálogo llevando el lector más y más adentro de la historia. Cuando cada elemento de ambigüedad llega a ser clarificado, ayuda al lector desarrollar una conexión con los personajes.
Por ejemplo, el lector descubre que uno de los hombres es el padre y el otro es el hijo cuando dice “el cuerpo de su hijo” y entonces, puede relacionar con este relación paternal. El lector también da cuento al hecho que la padre está llevado a su hijo por el hombro y luego, el lector aprende que están en el yermo y que están viajando a un pueblo. Las luces de que habla el padre son las luces de las casas y tiendas del pueblo esperado y los sonidos son los ladridos de perros en los calles. Pero, estas revelaciones levantan otras preguntas en el mente del lector, moviéndole más adentro de la historia. ¿Porqué está sobre el hombro de su padre el hijo? ¿Porqué no habla el hijo mucho? ¿Qué necesita en el pueblo?
Cuando el cuento continua, el lector también aprende que el hijo está enferma de alguna manera y no tiene la fuerza para caminar y hablar. El padre está llevándole al pueblo, donde pueden recibir atención medica, en la memoria de su esposa muerta. También, el lector aprende de la historia del hijo rebelde como la fuente del conflicto entre los dos hombres. Por lo tanto, el tiempo y orden en que el autor clarifica los elementos de ambigüedad iniciales pica la interés del lector y hace la trama más dinámica y engatusa.
1 comment:
buen post, shannon!
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